Actuaciones caricaturescas de los huaracinos que hacen "noticia"

De un tiempo a esta parte Cesar Alvarez se ha convertido, gracias al apoyo de sus ingenuos e indigentes electores de la costa ancashina, en uno de los hombres más poderosos del Perú.

Él no necesita presentación, tampoco requiere estar en las primeras portadas de los diarios nacionales, prefiere el silencio, porque cuanto menos polvo levante, más dinero ajeno se llevará al bolsillo y así engordar sus bastardas ambiciones dejando en paralelo miserables a miles de personas que alguna vez le imaginaron capaz de sacar adelante a su región.

Hace mucho Cesar ya no es el mismo, el poder lo cambió, como lo cambiaría a cualquiera de nosotros; el abundante dinero que administra lo adormeció y de a pocos se contagió de esa peste social que acompaña al crecimiento económico emergente de nuestra América Latina, la corrupción.

A estas alturas Cesar es irreemplazable, nadie puede, ni debe ocupar su lugar porque anda muy cómodo ordenando, haciendo y deshaciendo como él quiere, y si en el camino hay que matar a alguien, hay que hacerlo, porque lo que importan son los intereses personales, él mejor que nadie sabe que en esta vida el cargo no lo tiene asegurado eternamente, aunque así parezca, porque hoy puede estar y mañana simplemente ya no.

A menudo Cesar sale de compras, camina por las calles y según lo que necesita adquiere los "productos" de la autoridad o institución competente, las cuales andan muy dispuestas y diligentes para venderse al mejor postor y adaptar lo que se requiera con tal que de primero haya dinero de por medio.

Si hay que ordenar a alguien para que no le abra investigación, pues compra a algún Fiscal Provincial, y si este no se vende, entonces hay que comprar al Presidente de alguna Junta de Fiscales Superiores (Ancash o El Santa), y si este no acepta, entonces hay que ir con el jefe de éstos para que desde Lima ordene la destitución de aquellos que no estén acordes al negocio.

Si por ahí la compra se vuelve muy tediosa, y se le comienza a ir de las manos, entonces espera que haya una ratificación y no dudará en visitar el puesto de ventas del Consejo Nacional de la Magistratura para que se encarguen de escarmentar a aquel que no va acorde a los intereses económicos de Cesar.

La historia de Cesar es de aquellas que no tiene un final feliz, no porque sus adversarios sean los encargados de escribir las últimas líneas, sino porque el mismo Cesar un día será alcanzado por la justicia -no aquella justicia de la que nos cuenta el Poder Judicial, el Ministerio Público, ni el Consejo Nacional de la Magistratura- sino es una justicia natural que a todos tarde o temprano nos llegará, y se encargará de enseñar a Cesar que aún con todo el dinero y el poder que se puede tener en esta vida tendrás que dar la cara por aquello que hizo y dejó de hacer en favor de una región que anheló tener al menos una pequeña parte de la buena vida que llevó él.

date viernes, 8 de febrero de 2013

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